De cómo me vine a trabajar y vivir a Amsterdam

Hace un montón de años cuando acabé la carrera de Económicas y Empresariales en Pamplona encontré trabajo como becaria en prácticas en una conocida caja de ahorros de la ciudad, en los servicios centrales de internacional.

Foto de la Ciudadela de Pamplona. Javier Larrea.

Los primeros días y semanas fueron intensos, me gustaba lo que hacía y sobre todo quería hacerlo muy bien. Toda mi atención estaba puesta en las explicaciones que me daban y tomaba apuntes de todo. Tenía que ser capaz de sustituir a todos mis compañeros de departamento, para que cada vez que alguien se fuera de vacaciones el puesto quedase cubierto. Cuando no había nadie de vacaciones ayudaba a quien lo necesitase.

Poco a poco me fui acostumbrando al departamento, a la gente que era encantadora y al trabajo. El problema es que poco a poco también se me empezó a hacer aburrido.

Me di cuenta de que los momentos que mas disfrutaba era cuando llamaba algún cliente en inglés y tenía que atenderle yo o cuando alguien no entendía algo de un ordenador y yo me ponía a ayudar o a intentar averiguar que es lo que pasaba. O cuando varias personas estaban a la vez de vacaciones y tenía que correr de puesto a puesto haciendo muchas cosas a la vez. Osea, cuando la cosa se ponía mas difícil o emocionante.

Cuando un año mas tarde salieron oposiciones para optar a una plaza fija ni siquiera pensé mas de 5 minutos el presentarme. Además de que tenía que luchar por la plaza junto con otros 3000 candidatos me di cuenta de que aquello no era lo que yo quería para mi carrera profesional.

Quería probar nuevas cosas, abrir horizontes y también vivir nuevas aventuras. Quería seguir creciendo personal y profesionalmente

A través de una ex-compañera de la caja que estaba en prácticas en Holanda me animé a pasar unos días en Amsterdam con ella. Y me encantó la experiencia, el ambiente (ayuda que el fin de semana largo que estuve era el día de la reina y se monta una fiesta tremenda, vale, y que los chicos rubios, altos y de ojos azules también me parecían interesantes ; ).

Esta compañera que estaba en Amsterdam trabajando de prácticas me animó a buscar trabajo. Las condiciones y la situación del mercado laboral eran entonces tan distintas en Países Bajos comparadas con España que a partir de ese momento lo tuve claro.

Tome una decisión con la determinación de una flecha

Quiero trabajar un año en Amsterdam, aprender cosas nuevas, mejorar mi inglés, conocer gente, independizarme, encontrar un buen trabajo, vivir experiencias nuevas, salir de mi ciudad (que es preciosa pero que en ese momento se me quedaba pequeña).

Desde aquí os invito a todos a visitar Pamplona y Amsterdam, dos de las mejores ciudades del mundo.

No quiero alargarme mucho, simplemente contaros que a partir de ese momento el venir a trabajar y vivir aquí se convirtió en mi PROYECTO UNICO. Casi casi puedo decir que se convirtió en una especie de obsesión.

Echando la vista atrás soy capaz de reconocer que estos meses fueron muy especiales.

Mi comportamiento se caracterizó por una serie de rasgos que os detallo:

  • No tenía nada mas en mente, el 90% de mis acciones estaban dirigidas a lograr mi objetivo.
  • Mi mente era positividad pura, todo el rato veía el vaso medio lleno o lleno entero.
  • En ningún momento me plantee la posibilidad de que no fuera a lograrlo
  • Estaba como en una especie de trance, la determinación que sentía era enorme.
  • Hice todo lo posible y lo imposible por lograr un trabajo, cosas que ahora las pienso y me parecen casi imposibles, (viajes, entrevistas, leer periódicos en holandés, hacer llamadas a gente que no conocía, pedir favores…)
  • Sobrepasé mi barrera natural del miedo o de la vergüenza en muchas ocasiones sin planteármelo a priori.
  • Trabajé duro para lograr mi objetivo, día tras día, sin decaer.
  • Usé todos mis recursos para poder llegar a la meta: tiempo, dinero…
  • Me volví super creativa, se me ocurrieron muchas formas de ir avanzando hacia mi objetivo.
  • Me apoyé en los contactos que sabía que podían ayudarme a llegar y por ello les estoy agradecida.

Quiero compartir esta historia con vosotras para deciros que este tipo de determinación es la que me ha llevado a conseguir avances importantes en mi vida o cambios radicales.

También como empresaria es necesario el tener este tipo de determinación para salir adelante.

Tener las ideas claras, saber qué es lo que quieres (lo que quieres Tú realmente no algo impuesto), sentir una verdadera pasión por lograrlo e ir a por ello, a por todas.

No quiero decir que siempre vayamos a conseguir todo lo que nos propongamos o todo aquello que nos haga ilusión.

Solamente digo que si realmente sentimos que es algo que queremos, que merece la pena, si sentimos que es nuestra misión personal, tenemos que intentarlo sin dudas, sin vacilaciones, con la determinación de una flecha. Solo así estaremos seguros de haber puesto todo de nuestra parte en el proyecto. Solo así nos quedaremos conformes de que no ha sido un intento a medias.

Espero que te inspire a seguir, también cuando el camino se hace un poco cuesta arriba. No estás sola! Adelante!

2 comentarios de “De cómo me vine a trabajar y vivir a Amsterdam

  1. Blanca dice:

    Me ha gustado mucho leer tu historia porque a pesar de conocernos nunca te había preguntado como llegaste a Holanda. Me reconozco en la determinación, en que la rutina laboral me aburre y en el interés por otras culturas y no tener miedo a empezar de cero. Pero tengo que reconocer que con 49 años no encuentro esa determinación que tenía con 29.
    Aunque cualquier empresario pone en 200% a cualquier edad si tiene un proyecto que le ilusiona.
    Gracias por compartir.

    • Sonia Fernandez dice:

      Querida Blanca, gracias por tu comentario. Te entiendo, hay momentos de ilusión en la vida y otros de coger fuerzas. Y ambos son importantes para poder ir avanzando. Un periodo de reflexión y pensar bien quién es uno y que es lo que quiere es fundamental. Darse tiempo para completarlo es importante. Un abrazo! Sonia

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